Concierto a favor de la misión en Haití

Florencia, hace que estos estudiantes canten cada mañana para una de nuestras misiones en el extranjero. Ella nos da su testimonio. Hago cantar a mis alumnos todas las mañanas y por eso les agradezco que canten para una de sus misiones en el extranjero.

Todas las mañanas, comienzo la clase con un pequeño despertar corporal, luego la respiración, la articulación y la vocalización. También aprovecho para enseñarles un breve coro de canciones de oración.

Después de este breve tiempo de vocalización que permite a la clase reunirse y unirse, rezamos con una o dos intenciones y a veces la vida del santo si la conozco o el tiempo litúrgico que iniciamos. Luego la enseñanza: matemáticas, francés, historia, geografía.

Durante la semana, les hago cantar muchas canciones que pueden gesticular para que aprendan más rápido la letra y porque necesitan moverse. Siempre empiezo haciéndoles cantar sentados y luego de pie detrás de su pupitre. Los niños disfrutan mucho de este momento y lo encuentran muy recreativo. Sin embargo, he tenido algunos niños que no han disfrutado cantando. Esto es bastante excepcional, pero ocurre...

Estoy muy contenta de que la Comunidad nos acoja a final de curso porque permite a mis alumnos abrirse a otras realidades. Como cantamos para otro país, les abre el mundo como alumnos parisinos del distrito 15. Esto me permite hacer un poco de geografía, situando el país, la bandera, la capital, y luego centrarme en las condiciones de vida de los habitantes y el papel esencial de las Hermanas para los más desfavorecidos.

Al día siguiente del concierto, las familias me dicen que estaban absolutamente encantadas de descubrir su hermosa capilla, de ser tan acogidas por cada una de ustedes y de salir de la escuela.

Me encanta cantar, estuve en un coro desde los 12 años durante muchos años. El escultismo también me permitió descubrir la alegría de cantar. El canto es muy unificador, da energía y alegría.

Florence Chapiron-Pommerol