Retiro del grupo Missio Cordis en las hermanas Franciscanas
Todos somos discípulos misioneros
(Cf. EG, 119)
Un grupo, por definición no se reduce a una sola persona. Es una confluencia de personalidades y de ideas en torno a un proyecto movilizador. Además, para perdurar y cumplir con el propósito para el que fue creado, un grupo, no importa qué grupo, tiene necesidad de ser constantemente irrigado por savia nueva, vital. Y esto vale para cualquier grupo, que sea destinado a fines recreativos o que él tenga por fin denunciar situaciones de urgencias sociales. Esta savia se encuentra en el compartir, en el diálogo fructuoso entre los miembros que lo componen. Siendo el Hombre un fin en sí mismo y manifestándose y proyectándose esta dignidad ineludible sobre cada uno, las opiniones, las ideas, la personalidad, la sensibilidad de cada uno es un bien infinitamente precioso y, por esta misma razón, innegable cuando se quiere poner en marcha una aventura humana.
El grupo Missio Cordis no es una excepción. Es un proyecto crónicamente inacabado, constantemente receptivo de nuevos aportes y que por eso mismo, se va construyendo paulatinamente. De ahí la importancia de los innumerables encuentros y reuniones ya realizados y a realizar (pero no presenciales, como una maravilla de la tecnología actual) momentos privilegiados para compartir. En la secuencia lógica de estas consideraciones, tiene una mención especial el retiro realizado junto a las Hermanas Franciscanas Misioneras de Nuestra Señora, en París, entre el 30 de octubre y el 1 de noviembre de 2021. Se trata de un primer encuentro que dará la tonalidad a lo que va a venir, pues el camino se hace andando, el retiro antes mencionado, como momento de introspección individual y colectivo, ha constituido un momento supremo en la construcción de su identidad. El trabajo que ha sido realizado con el tema "discípulos misioneros", ha permitido, a través de las diferentes conferencias de formación, las actividades realizadas (incluidas aquellas relativas al cumplimiento de las tareas cotidianas de base) y los momentos de oración ( particularmente la misa celebrada el último día en la cripta), refuerzan la cohesión del grupo y clarifican diversos aspectos. Los frutos recogidos servirán ciertamente para el futuro.
Y la próxima etapa? Vemos el grupo Missio Cordis animarse desde un punto de vista administrativo a través de sus cambios asociativos. Más que ocuparse de desarrollar actividades humanitarias o de denunciar ciertas situaciones, lo que es remarcable, es la hipótesis, por el grupo, de que una transformación por el ejercicio de la razón es vital para que el mundo se vuelva un lugar habitable.
El grupo, futura asociación Missio Cordis, sabe que sus medios son y serán limitados, que deberá hacer frente a numerosos reveses y dificultades. A pesar de eso, y en los límites de sus capacidades, espera ser una semillita más en la reforestación moral que se impone.